Once upon a time, in a land far, far away called Venezuela, there lived a handsome young Prince named David. He decided to study in a foreign land called Minnesota. He studied and worked very hard, but the poor Prince was lonely.
Then, one night, a fair young Princess of this foreign land knocked at the door of the church where the Prince was working. Her name was Erin and the Prince thought she was very pretty. She became a teacher at the church, and little by little the two became friends. Every week, Erin would come to teach and David would be waiting to open the door and welcome her. He told her that her hat was pretty, and they soon fell in love. But alas, the day came for the prince to return to his far away land!
They were very sad, but a year later, the Princess traveled to visit her Prince in the Land of Palm Trees and Mangos.
When the Princess returned to her snowy land, she realized that without the Prince by her side, the winter days were cold and lonely.
So the next year, Princess Erin moved to the tropical paradise where she and Prince David had many wonderful adventures.
And one day, before a beautiful waterfall, in the mountains where chocolate grows on trees, the handsome young Prince asked the fair young Princess for her hand in marriage. She agreed with all her heart! So Prince David returned to the land of Minnesota, where the winters won't seem so cold and lonely now.
Érase una vez, en una tierra muy, muy lejana, llamada Venezuela, vivía un príncipe joven y buen mozo de nombre David. El decidió ir a estudiar a una tierra extranjera llamada Minnesota. Allí, David estudiaba y trabajaba muy duro, pero el pobre príncipe estaba muy solo; entonces, una noche, una linda princesa de esa tierra extranjera tocó la puerta de la iglesia donde David trabajaba. Su nombre era Erin y el príncipe pensó que ella era muy bella.
Al poco tiempo, Erin empezó a trabajar como maestra en la iglesia, y poquito a poco el príncipe y la princesa se hicieron amigos; cada semana, Erin iba a enseñar en la iglesia y David siempre la esperaba para abrirle la puerta y darle la bienvenida.
Un día, David le dijo a Erin que su gorro era bonito, y así se enamoraron. ¡Pero lamentablemente llegó el día en que el príncipe debía regresar a su tierra muy, muy lejana! Ellos se sintieron muy tristes. Pero un año después, Erin viajó a visitar a su príncipe a la Tierra de las Palmas y Mangos.
Cuando ella regresó a su tierra llena de nieve, Erin se dio cuenta que sin David a su lado, los días de invierno eran fríos y solitarios.
Entonces, al año siguiente, la princesa Erin se mudó al paraíso tropical donde ella y David tuvieron muchas aventuras maravillosas.
Y un día, ante una bella cascada, en las montañas donde el chocolate crece en los árboles, el príncipe joven y buen mozo pidió la mano en matrimonio a la linda princesa, ¡y ella asintió con todo su corazón! Entonces el príncipe David retornó a la tierra de Minnesota, y ahora los inviernos ya no parecen tan fríos y solitarios.